El ingreso de Chile como primer país sudamericano a la OCDE, involucra un importante reto respecto de superar las brechas que todavía nos separan del desarrollo. Una de las principales es la de aumentar la productividad y es un dato de amplio consenso que una manera de alcanzarlo es desarrollando más su capital humano. Chile registra un alto porcentaje de trabajadores con bajas calificaciones formales, un todavía insuficiente acceso a la capacitación laboral, así como la falta de competencias básicas en la población adulta, entre otras.
La puesta en marcha del Sistema Nacional de Certificación de Competencias Laborales, ChileValora, representa una oportunidad para que Chile inicie una ruta cierta hacia una mayor productividad y equidad social, especialmente, en la medida que disponga de un mecanismo transparente y confiable a nivel nacional, para acreditar de manera independiente los conocimientos, habilidades y aptitudes de aquella parte de la fuerza de trabajo que no dispone de un título o certificado, esto es, de un mecanismo que de fe pública de lo que “saben hacer”.
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El Sistema tiene un impacto directo en reducir las asimetrías de información que se verifican en el mercado del trabajo y que retardan y encarecen los procesos de contratación y búsqueda de nuevos empleos para las personas. Una persona certificada es un trabajador más calificado para el mercado porque ha logrado demostrar sus competencias en un proceso independiente y es esperable que tenga un mejor desempeño en la función laboral que se le asigne, respecto de uno que no cuente con dicha certificación.
Finalmente, los trabajadores que hoy tienen empleo y certifican sus competencias mejoran la calidad de su desempeño y contribuyen a mejorar la productividad de sus empresas.